laberinto

El laberinto
de mi vida,

para retomar
una cierta estabilidad

anímica, se torna
caótico,

y me vuelvo a agotar,
retomo mi ánimo
y una cierta serenidad me
empuja a seguir
por caminos
que parecieran correctos,

y luego de repente
aparecen pedruscos,

que me echan del camino
y me veo abocada
a precipicios
con lo cual no veo camino,

y entonces



vuelve el dolor
a florecer
en medio de mi caos.

No sé a veces siquiera
por qué escribo

tal vez para certificar
lo que siento,


y que una huella
de este sentir- sentirme
quede como testigo
para la posterioridad, y no olvidar-me
de ése pasado triste



si aparezco
en paisajes más agradables

o simplemente ya no quede nada
porque caí al abismo,

y su negrura,
o bien me engulló,

o bien se comió todo mi dolor,
porque me resisto a creer

que todo mi ser
tenga que ser necesariamente expresión
de dolor,


debe haber algo más allá,
un paisaje calmo

que pueda llenarme de paz.